Los bajones son inevitables, y en su punto más bajo y profundo nos da la sensación de que hemos olvidado quiénes somos. Nos sentimos vacías, y de golpe nuestro propósito en la vida no va más allá de ser capaces de levantarnos por las mañanas y no deprimir a la gente de nuestro alrededor con nuestra energía de m****a (qué fina estoy hoy, con asteriscos y todo).

Y aunque parezca el fin del mundo, sabemos que no lo es. Pero joder, ¡cómo duele!

Llega un punto en el que ni siquiera hay algo en concreto que nos esté hundiendo, pero el día a día carece de color y nuestra mente parece un puré de patatas con pensamientos incoherentes e inconexos.

(“Siento como si me estuviera desmoronando. Como si… siento como si mi cerebro fuera espagueti.”)

Salir de esta línea de pensamiento negativo es complicado, porque sobre todo requiere paciencia (algo de lo que personalmente, carezco por norma general) y no ser tan duras con nosotras mismas cuando parece que eso de levantar cabeza no se nos da bien. Pero te quiero hablar de las claves que he encontrado en mí misma y en las personitas cercanas a mí para volver a encontrarnos entre tanto kaos mental.

Creo que somos personas pequeñas destinadas a hacer grandes cosas. Hace ya mucho tiempo que lo siento así. Como si la onda expansiva de nuestra energía fuera ilimitada y pudiéramos llegar a cualquier rincón del mundo, siendo así capaces de, para empezar, influenciar y aportar cosas maravillosas a los más cercanos a nosotras.

Y estoy segura de ello porque si estás aquí es porque no te conformas con una vida mediocre en la que tu respuesta a todo es un simple e hipócrita “estoy bien”, porque tienes la convicción de que el mundo es algo más que seguir unas directrices sobre lo que se supone que debes ser, y porque tienes las ganas de luchar por ti.

Y si estás en un momento de esos malos malos malos/quiero dejar de existir, por favor, probablemente todo esto te suene a muy lejano y pienses que tú no estás ahí todavía, que no eres lo suficientemente fuerte y que, en el fondo, te mereces seguir sumida en la mierda (se acabaron los asteriscos, lo siento).

Si es así, tengo que decirte que se equivoca. No tú, sino esa voz de autocompasión a la que le cuesta levantarse del sofá que te susurra al oído que no tienes ni puta idea. Todas tenemos una.

Es totalmente normal que lo veas todo negro, al fin y al cabo, en muchas ocasiones la luz al final del túnel es una lámpara fundida y no se ve un carajo, pero lo cierto es que tarde o temprano siempre vuelves a ti misma,

porque eres ese tipo de persona por el que vale la pena volver.

Y tal y como comenté en el artículo sobre si utilizamos las relaciones como distracción (léelo aquí)no es otro el que tiene que venir a rescatarnos con capa y espada, sino nosotras.

Te propongo un ejercicio. Es sencillo:

Piensa en todo lo que has conseguido en la vida, todo por lo que has pasado. Las épocas en las que las pasaste putas y saliste adelante, las que todo pintaba a que iba a salir terriblemente mal y no lo hizo, o parecía que fuera a salir bien y salió de la peor forma posible. Cierra los ojos y repasa mentalmente cada uno de esos momentos importantes en tu vida, y céntrate en ti en cada una de esas situaciones.

Es importante que no pienses en tus logros en sí. No me importa si has terminado la carrera y tienes cinco másters, si te han ascendido hasta lo más alto en tu empresa, si has recorrido el mundo, o si eres madre y era lo más importante en tu lista… Nada de eso importa. Visualiza esas yos del pasado que vivieron todo aquello y date cuenta de todo lo que han pasado para llegar a ser quien eres hoy. Por mejor o peor que llevaran todas aquellas situaciones, terminaron saliendo de ellas, y eso las convierte en jodidas guerreras.

Lo que hemos hecho no nos define, sino esas mini-yos que no sabían qué hacer ni cómo hacerlo pero lo hicieron de todas formas. Eres tú, mucho más fuerte y capaz de lo que jamás imaginaste.

Lo último que uno sabe es por dónde empezar.

Blaise Pascal

Finalmente solo quiero pedirte que honres a esas pequeñas guerreras de tu pasado dando tres pasos atrás, hacia ellas. Párate a descubrir en qué momento te alejaste de esa sensación de valía, cuándo dejaste de sentir que merecías ser amada y ser feliz. Vuelve allí y pregúntate qué estaba haciendo tu yo anterior que sí funcionaba. Retroceder no siempre es malo, muchas veces es necesario para coger perspectiva y hacer repaso de lo que nos va bien y lo que no.

Recuerda que solo tú luchas por ti.

Eres libre, preciosa e independiente. Siempre has vuelto a levantarte por fuerte que fuera la caída y eso, amiga mía, te convierte en tu propia heroína.

Actúa como tal.

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